¡VUELA, MARIPOSA! ¡VUELA!

Un día de primavera, un ratoncito encontró unas extrañas bolitas negras en un tiesto del jardín. Intrigado por saber qué eran, decidió esperar y pronto vio nacer unos seres blancos muy pequeñitos que se movían muy lentamente. ¡Eran unas oruguitas! ¡Y una de ellas era muy simpática!

Día tras día, el ratoncito dio de comer a la oruguita para que creciera hasta convertirse en una gran oruga.

Y el ratoncito y la oruga se convirtieron en inseparables. Pasaban muy buenos ratos jugando a cartas. Se divertían mucho jugando al escondite y leyendo juntos grandes historias. Así que su amor fue creciendo y creciendo, haciéndose cada vez más y más grande.

Pero un día, el ratoncito no lograba encontrar a la oruga por ninguna parte. Finalmente, el ratoncito la encontró en un sitio muy extraño.

Apenas podía verla. No entendía qué estaba pasando, ni por qué la oruga estaba allí.

Pasaron los días y el capullo de seda quedó completamente cerrado.

La oruga se había quedado allí, durmiendo, durmiendo, el ratoncito lloró con mucha pena… El ratoncito se quedó sentado, enfadado, esperando a que la oruga despertara del sueño. Quería volver a estar con ella. Agotado, triste y cansado de esperar, el ratoncito quedó dormido.

Cuando el ratoncito se despertó, vio que el capullo de seda se había abierto. Pero al mirar en su interior comprobó, desolado, que la oruga no estaba. Así que se volvió a sentar esperando, por si la oruga volvía.

Pensó que quizás fue culpa suya. Si él no se hubiese dormido ahora estarían juntos.

Entonces, se le acercó una mariposa. El ratoncito se sorprendió mucho cuando la bella dama le dijo quién era y le recordó los buenos momentos pasados juntos jugando y leyendo. El ratoncito, se sintió muy feliz de volver a ver a su querida oruga, que ahora era una bellísima mariposa y le pidió que no se fuera nunca, nunca más.

Pero a medida que pasaban los días, la mariposa perdía su belleza. El ratoncito no sabía por qué. Por fin, el ratoncito comprendió que las mariposas están hechas para volar. Así que el ratoncito le dijo a su querida mariposa: ¡Vuela, Mariposa! ¡Vuela! Y la mariposa alzó el vuelo y con sus majestuosas alas se alejó.

Aquella noche, el ratoncito soñó con la mariposa. Y en su sueño, volvieron a estar juntos, felices como siempre. Y antes de despertar, la bella mariposa le contó un secreto al ratoncito. Le dijo que le había dejado un regalo.

El ratoncito despertó y corrió hacia el tiesto donde una vez encontró aquellas bolitas negras. ¡Y sí, allí estaba su regalo! ¡La mariposa había puesto sus huevos!

Así que el ratoncito esperó hasta ver nacer a las nuevas oruguitas que le hicieron recordar todos los bellos momentos vividos.

Y el ratoncito entendió el ciclo natural de la vida. Ahora, cuando ve una mariposa, recuerda todos los buenos momentos vividos con su querida oruga.

Y así como el ratoncito, mi corazón explota de amor, por saberte en mi vida,

¡GRACIAS GRACIAS GRACIAS!

Recuerda,

TE AMO TE AMO TE AMO……GRANDOTE



Iride

Comentarios

  1. Excelente, me dejo una moraleja.

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  2. Que bonita historia de amistad. Una amistad sin barreras que perdura a través del tiempo.

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