Cómo lograr que el lector sienta la amenaza o la esperanza sin que se diga nada explícito.

 

Hay silencios que dicen más que unas palabras. Una pausa en la página, un gesto contenido en medio de la narración, un detalle apenas y el lector ya percibe la amenaza o la esperanza sin que nadie tenga que nombrarla. La verdadera atención no se construye a gritos, no se impone con artificios, sino con la delicadeza de lo que se intuye.

Cuando escribimos, la tentación de explicar demasiado nos ronda. Queremos asegurarnos de que el lector entienda lo que sentimos, lo que planeamos, lo que tememos. Pero el verdadero arte está en confiar en la sensibilidad de quien lee.

El crujido de una puerta puede encerrar un peligro.

El olor a pan recién hecho puede anunciar un reencuentro.

Un personaje que guarda silencio cuando debería hablar, dice más de cien páginas de diálogo.

El lector no necesita que le digan que algo terrible se aproxima: lo siente en el aire pesado de la escena. Tampoco quiere que se le anuncie la esperanza: basta con esa luz que se cuela por la ventana, obstinada, aún después de la tormenta.

 Recuerdo un día de mi infancia en el que acompañé a mi abuela al médico. Ella no me dijo nada sobre sus miedos, pero lo vi en cómo apretaba con fuerza su pañuelo, en cómo sus ojos evitaban los míos. Yo tenía apenas diez años y no entendía de diagnósticos ni de términos, pero comprendí, sin que nadie me lo explicara, que había una amenaza rondando. Una semana después, mi abuela, con el mismo pañuelo en la mano, abrió la ventana de su casa y dijo: “hoy huele a vida”. No hablo de curas ni de pronósticos, y sin embargo, allí estaba la esperanza, brillando en sus ojos cansados.

Fue entonces cuando entendí que lo que realmente nos conmueve no siempre se dice con palabras, si no con gestos, con atmósferas, con detalles que atraviesan lo cotidiano.

Porque al final, la atención verdadera no está en lo que decimos, sino en lo que dejamos que el lector descubra en la penumbra de nuestras palabras.

Magister. María Ramos Tejada

Educadora, escritora y Blogger 

mariaj.ramos.t@gmail.com

 

 

 

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