El síndrome del impostor.

 

¿Qué es, Cómo superarlo?

Una carrera profesional exitosa, logros académicos, elogio y, a pesar de todo, seguimos pensando que todo se debe a una serie de “golpes de suerte”, que pueden desaparecer en cualquier momento.

“El síndrome del impostor” un fenómeno emocional y de conducta por el cual una persona tiende a pensar de sí misma que es un fraude. Es un trastorno más habitual de lo que parece, 7 de cada 10 personas lo han sufrido alguna vez en su vida, según la doctora Valerie Young.

Quienes lo sufren “tienen la sensación de no estar nunca a la altura; de no ser los suficientemente buenos, competentes o capaces”.

Existen dos niveles: Uno que desaparece con el tiempo y la experiencia — que se manifiesta cuando nos sentimos inseguros ante un nuevo reto— y otro más grave, que empeora con el tiempo.

“Asumes que tu éxito es cuestión de suerte y nunca se lo atribuyes a tu inteligencia sino a factores externos o al hecho de que hayas tenido que trabajar muy duro para lograrlo”.

Una de las posibles causas cuando tu hermano “es el inteligente” y tú eres “la simpática”, o tienes presión para sacar buenas notas, padres muy exitosos.

“Las personas que sufren el síndrome son exigentes consigo misma y tiene una lista de condiciones o requisitos prácticamente imposibles de llevar a cabo.”

Una de las manifestaciones del síndrome del impostor, es la comparación con los demás. Las personas que padecen este síndrome tienden a subvalorar sus talentos, capacidades, incluso hasta sus logros mientras, paralelamente, engrandecen o magnifican los de otros. Al compararse con otro, nunca se sienten suficientes, lo que retroalimenta la idea de que son un fraude, porque están muy lejos de ser como aquellos con quienes se comparan o de alcanzar sus logros. La comparación puede ser muy dañina porque dinamita la autoestima y conseguir así grandes dosis de infelicidad. Incluso puede llevar a abandonar una carrera o actividad, cada vez más convencido de no estar a la altura de las circunstancias.

“La mayoría de las personas que sufren el síndrome del impostor no dirán que se sienten como impostores. Pero cuando oyen hablar sobre el tema, a menudo exclaman:

¡Así es exactamente como me siento!

“No se creen dignos o merecedores de los éxitos que logran y les preocupa que los demás puedan descubrir en cualquier momento que no son tan inteligentes como parecen”.

El síndrome del impostor afecta la vida laboral de quienes lo sufren.

“No corren riesgo ni se atreven a solicitar un ascenso porque tienen miedo de no estar a la altura, así que trabajan por debajo de su potencial.”

Perjudicando la productividad, aumentando los niveles de estrés, posponiendo las tareas o bien trabajan demasiado para justificar que su éxito se debe al trabajo duro y no a su talento, inteligencia, capacidad o ingenio”.

En mi caso pasé por esto muchas veces, te aconsejo que si te sientes reflejado en esta situación, lo que debes hacer, es empezar a dar las gracias cuando te den un alago. Sin dar excusas, ni pedir disculpas, sin justificarte.

“Sencillamente, Dar las gracias”.

El síndrome del impostor es muy frecuente entre los escritores. En el caso del escritor, toma la forma de una creencia persistente de que no se tiene las capacidades necesarias para llevar adelante una obra solvente ni para desarrollar una carrera literaria exitosa.

Lo malo de este síndrome es que puede ser perjudicial para tu carrera. Cuando te sientes un impostor puedes no buscar o desechar las oportunidades que te llevarían a situarte ante los ojos de los demás. Porque cuántas más personas te conozcan y conozcan tu trabajo, más posibilidades de que alguien descubra la verdad y te pregunte con qué derecho te consideras tu escritor. Eso se traduce en miedo a tener lectores, miedo a publicar, miedo a buscar contacto, miedo a promocionar tus obras…

El escritor que padece este síndrome tiende a infravalorar sus capacidades y logros mientras, paralelamente, cómo magnífica las de otros autores: los demás escriben mejor, publican más, tienen más seguidores en Ias redes y las portadas de sus libros son más bonitas.

Como es natural, la comparación tiende a agravar el síndrome del impostor, porque nos lleva a rechazar quiénes somos. Al compararte con otros, nunca te sentirás competente, capaz, y eso retroalimentará la idea de que eres un fraude, porque estás muy lejos de ser como aquellos con quienes te comparas o de alcanzar tus logros.

Demuestra compararte con los demás, no desde la posición de que no estás a su altura, sino qué hacen ellos que te gustaría tener o hacer a ti.

¿Los demás escriben mejor?, quizás puedas aprender algunas técnicas con algunos cursos que te ayuden a mejorar tu escritura o aumentar el número de tus lecturas, una forma segura de escribir mejor.

¿Tienen más seguidores en las redes?, Puedes aumentar el número de tus publicaciones, hacerlas más atractivas para que gusten a los seguidores.




¿Las portadas de sus libros son más bonitas?, quizás debas plantearte contar con un diseñador o un ilustrador, profesional, también puedes utilizar una herramienta de diseño gráfico como CANVA que se caracteriza por proveer plantillas para que puedas crear tus formatos sin la necesidad de tener conocimientos en el área.

¿Los demás publican más?, Debes hacer algo para aumentar tu productividad y mejorar tu proceso de escritura para volverlo más efectivo.

La comparación tiene un componente aspiracional, pero no somos capaces de detectarlo y, en lugar de reflexionar sobre los anhelos latentes detrás de esas comparaciones, lo que hacemos es dejarnos arrastrar por el miedo y comenzamos a pensar que los demás son mucho mejores y que nosotros jamás estaremos a su altura.

Lo que debemos hacer es reflexionar sobre los anhelos, aspiraciones que hay tras esa comparación y piensa que puedes hacer tú para equipararte.

Te sugiero convertir la comparación en una herramienta que te ayude a crear una hoja de ruta con lo que necesitas hacer para mejorar y llegar al nivel de esa persona a la que, sin duda, admiras. La admiración y la emulación no son malas, al contrario, nos impulsan a ser mejores.

Está claro que esa persona con la que te comparas le ha costado un esfuerzo llegar a ese resultado que tú ahora admiras. Por el camino también ha habido inseguridades, problema, anhelos, incumplidos…

No ha resistido la tentación de compararse con otros y sentirse insignificante.

Te cuento que después de escribir el primer libro, comencé a llamarme escritora y, como resultado, comencé a actuar como tal, lo que me enseñó que antes de que podamos hacer algo nuevo, tenemos que convertirnos en alguien nuevo. Ponte objetivos asumibles y camina hacia ellos paso a paso. Las personas no te van a juzgar porque te llames escritor, al contrario, sentirás las miradas inspiradas por tus logros, tu trabajo y tu perseverancia. Cuando le dices a alguien que eres escritor o escritora abren los ojos y ahí siento como si me colocaran un aura o algo mágico a mi alrededor que me fascina.




¿Has sufrido tú el síndrome del impostor?

¿Qué te parece de la idea de utilizar la comparación como una herramienta que te motive para mejorar?

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Magíster. María Ramos Tejada.

Educadora y escritora.

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