¡Una flor, del creador!
Una flor, llamada Casandra, de escasos años, diáfana y pura, que apenas, algunos lo podían percibir cuando la rozaban con consideración. Otros, en cambio, querían destrozarla, debido a su mágico ser de transparente mirada y chispeante luz. No podía entenderse su gran pasión, por las obras de corazón, penetraba en la vida de animales y humanos, para dar una mano y solucionar de momento; el sufrimiento y el dolor.
Todo acto, la mostraba sin máscaras y con una gran ilusión de servir, a quienes se les notaba su carencia en cualquier orden o posición, con una apremiante necesidad. A veces, el impulso era tan grande, que algunos se fastidiaban y exclamaban:
—No es bueno ser tan sensible, debes controlar tus emociones, te puedes enfermar. —No, vale la pena, ¡tanta carga emocional! Añadió, una mujer madura, y otros asintieron con su cabeza, estar de acuerdo.
Es una constante búsqueda sin límites, ni cambios en los sentimientos. Es una fuerza tan poderosa, que no acepta reflexiones ni lavados de cerebro.
Cada vez el tiempo, seguía corriendo y Casandra se sumergía más en el mundo de la empatía desde otros terrenos.
¡Hasta, pronto!
LiterArte Personajes.
AlexandraAutorC.
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